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SISTEMA SEXO/GÉNERO

Sistema 

sexo/género


Autora: Sheila Fernández Míguez


En el presente artículo propongo que nos acercamos al concepto de «sistema sexo-género» acuñado hace cuarenta y cinco años, por la antropóloga estadounidense Gayle Rubin. Antes de meternos en profundidad a analizar esta categoría, es interesante contextualizar quien es la autora y en que corriente de los feminismos podemos incluirla.

Gayle Rubin
Gayle Rubin nace en 1949 en Carolina del Sur y realiza sus estudios en la universidad de Michigan, donde se doctora en 1994 y actualmente es profesora. Gracias a su trabajo Rubin se ha convertido en una de las feministas y teóricas más influyentes en políticas del sexo y genero. Las primeras obras de Rubin son de los años setenta, especial mención merece su trabajo, El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo —que luego abordaré con más profundidad—, publicado en 1975 en plena efervescencia del femi
nismo de la segunda ola cuando emerge con fuerza el feminismo radical y dentro de este, el feminismo lesbiano contrario a la pornografía, prostitución y al sadomasoquismo entre lesbianas por considerarlas prácticas patriarcales. También dentro del feminismo radical, pero contrapuestas a las ideas del feminismo lesbiano irá tomando forma otro movimiento de mujeres feministas lésbicas defensoras del sadomasoquismo, dentro de este movimiento está Gayle Rubin, quien fundará en 1978 junto a otras mujeres el primer grupo de lesbianas sadomasoquistas (SM) conocido como Samois en San Francisco.

Para concluir con esta pequeña reseña biográfica de la autora quiero mencionar que es precisamente en los años setenta cuando en Estados Unidos emerge la antropología de las mujeres donde podemos incluir sus primeros trabajos (Stolcke, 2003). Desde los años ochenta Rubin se convirtió es una destacada activista pro-sexo dentro de las denominadas guerras feministas por el sexo. Y su trabajo Thinking Sex (Pensando en el Sexo) se considera uno de los textos fundacionales de la teoría queer, donde sostiene que sexo y género no son sinónimos y por tanto, la rúbrica del género no puede dar cuenta de la sexualidad en su totalidad (Science.jrank.org, 2020). Por último, quiero mencionar que en el año 2006 apareció en el libro del conservador David Horowitz, The Professors: The 101 Most Dangerous Academics in America, (Los 101 profesores más peligros de Norte América), obra que en sí misma es un ataque al pensamiento crítico y el disentimiento en el mundo académico [1].

Entrando ya en el análisis del concepto «sistema sexo-género», esté aparece por primera vez en el citado trabajo de Rubin El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo, recordemos publicado en 1975. Este artículo es traducido en 1986 por la Stella Mastrangelo al español y publicado en la revista Nueva Antropología, Vol. VIII. No. 30 en México (pp. 95-145)[2] texto en el que me baso para hacer esta aproximación a la categoría de sistema sexo/género de Rubin.

En este artículo, Gayle Rubin denominará al campo de la vida social «sistema de sexo/género», por lo tanto, todas las sociedades están configuradas por un sistema sexo/género. Señala la autora que existen otras denominaciones previas más comunes como son «modo de reproducción» y «patriarcado» (Rubin, 1986, pág. 103), pero estos conceptos de análisis para Rubin, presentan fuertes limitaciones, por ello se hace necesario acuñar una nueva categoría. Sobre estas limitaciones profundizo a continuación.

Para la construcción de la definición del «sistema sexo/género» Rubin realiza una lectura crítica, o como ella misma señala ‘exegética’ de Lévi-Strauss y Freud en comparación con el trabajo de Marx, Angels y Lacan entre otros (Rubin, 1986, pág. 96). Con este este trabajo la autora busca crear un concepto fuerte que venga a solucionar el fracaso del marxismo clásico en cuanto a la plena expresión o conceptualización de la opresión sexual. Señala Rubin que el fracaso del marxismo deriva del hecho de que:

"como teoría de la vida social, prácticamente no está interesada en el sexo. En el mapa del mundo social de Marx, los seres humanos son trabajadores, campesinos o capitalistas; el hecho de que también son hombres o mujeres no es visto como muy significativo. En contraste, en los mapas de la realidad social trazados por Freud y Lévi-Strauss hay un profundo reconocimiento del lugar de la sexualidad en la sociedad, y de las profundas diferencias entre la experiencia social de los hombres y la de las mujeres" (Rubin, 1986, págs. 97-98).
 
Rubin describe el sistema sexo/género como un conjunto de disposiciones por las que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el cual estas necesidades sexuales transformadas son satisfechas (Rubin, 1996, 97), amplia esta definición señalando que además el “sistema sexo-género es un conjunto de disposiciones, por el cual, la materia prima biológica del sexo y la procreación humanos, es conformada por la intervención humana y social y satisfecha en una forma convencional, por extrañas que sean algunas de las convenciones” (Rubin, 1986, págs. 102-103).

"El reino del sexo, el género y la procreación humanos ha estado sometido a, y ha sido modificado por, una incesante actividad humana durante milenios. El sexo tal como lo conocemos —identidad de géneros, deseo y fantasías sexuales, conceptos de la infancia— es en sí un producto social. Necesitamos entender las relaciones de su producción, y olvidar por un momento la alimentación, el vestido, los automóviles y los radio transistores. En la mayor parte de la tradición marxista, e incluso en el libro de Engels, El origen de la familia. La propiedad privada y el estado, el concepto de ‘segundo aspecto de la vida material’ ha tenido a desvanecerse en el fondo, o a ser incorporado a las nociones habituales de la ‘vida material’"(Rubin, 1986, pág. 103).
 
Señala Rubin que, si bien puede parecer una tontería discutir por los términos, refiriéndose a las categorías de «modo de reproducción», «patriarcado» y «sistema sexo/género», esto no es así, y ello porque para la autora, los dos términos primeros generan confusión. Si bien las tres categorías se crean para indicar que los sistemas sexuales tienen cierta autonomía, no siempre se pueden explicar en términos de fuerzas económicas, por lo tanto, entre ellos existen diferencias relevantes que detallamos a continuación.

En primer lugar, el «modo de reproducción» es un concepto propuesto en posición a «modo de producción». Esta terminología vincula la economía con la producción y la reproducción con el sistema sexual. Critica la autora esta categoría señalando que, producen una reducción de la riqueza de ambos sistemas puesto que en los dos tienen lugar producciones y reproducciones de forma que esta propuesta dificulta la comprensión y los fenómenos que se dan en la sociedad. Para Rubin todo modo de producción incluye reproducción: de herramientas, de mano de obra y de relaciones sociales. Y, por otro lado, no podemos limitar el sistema sexual a la «reproducción», ni en el sentido biológico del término ni en el social. Frente a estas limitaciones de la categoría de «modo de reproducción» Rubin afirma que su propuesta del sistema de sexo/género se refiere simplemente al momento reproductivo de un «modo de producción». La formación de la identidad de género es un ejemplo de producción en el campo del sistema sexual. Y un sistema de sexo/género incluye mucho más que las «relaciones de procreación» esto es, la reproducción en sentido biológico (Rubin, 1986, págs. 103-104).

En segundo lugar, señala la autora que el término «patriarcado» se introdujo para distinguir las fuerzas que mantienen el sexismo de otras fuerzas sociales, como el capitalismo. Pero el uso de patriarcado oculta las siguientes distinciones. Por un lado, al emplearse «patriarcado» como análogo al «capitalismo» se está perdiendo la capacidad de distinguir los diferentes sistemas por los cuales se organizan y a aprovisionan las sociedades. Y ello porque si bien, el concepto de capitalismo es útil par referirse a todos los modos de producción, esto no sucede así con el co
ncepto de patriarcado ya que existen múltiples formas en las que las sociedades se organizan y esta pluralidad se están invisibilizando. Para ejemplificar esta diversidad la autora acude a ejemplos de diferentes culturas, señalando la variedad de relaciones sexuales y afectivas en: la cultura banaro, la cultura marind-anim, la cultura etoro, las culturas de algunas zonas de Nueva Guinea, y New Britain (Rubin, 1986, pág. 104). Para Rubin es muy relevante mantener la distinción entre la capacidad y la necesidad humana de crear un mundo sexual; y los modos empíricamente opresivos en que se han organizado los mundos sexuales. Que hasta la fecha solo conozcamos sistemas estratificados por género que han sido opresivos, no implica que esa información deba incluirse en el concepto genérico, el cuál debe permitirnos también hacer referencia a un sistema sexualmente igualitario. Por ello critica Rubin que «patriarcado» subsume ambos sentidos en el mismo término. Señala la autora además que hay sistemas estratificados por género que no pueden describirse correctamente como patriarcado, y ello porque si bien, estas sociedades son tremendamente opresivas para las mujeres, no se cumple la característica definidora del patriarcado para la autora, que es que el poder en los hombres se construye desde sus roles de padres o patriarcas. En el pensamiento de Rubin por lo tanto el patriarcado es una forma específica de dominación masculina, y no puede usarse como categoría universal ni atemporal, sino que únicamente debe limitarse su uso para referirnos a las sociedades de pastores nómades como los del Antiguo Testamento de donde proviene el término, o a grupos similares. Por lo tanto, frente a las limitaciones de la categoría patriarcado, Rubin afirma que su propuesta del sistema sexo/género tiene la ventaja de ser una categoría neutra que se refiere a ese campo e indica que en él la opresión no es inevitable, sino que es producto de las relaciones sociales especificadas que lo organizan (Rubin, 1986, pág. 105).

Por último, señala Rubin desde un análisis marxista que los sistemas de sexo/género “son emanaciones ahistóricas de la mente humana: son productos de la actividad humana histórica” (Rubin, 1986, pág. 136). Por ello reivindica la realización de análisis del intercambio sexual en la línea del estudio que hace Marx en El Capital de la evolución del dinero y la mercancía. Sostiene la autora que para profundizar en la economía y la política de los sistemas de sexo/género, es necesario realizar rigurosos estudios sobre las mujeres ya que el concepto de «intercambio de mujeres» invisibiliza muchas realidades. Por ello sostiene Rubin que, para un análisis completo de las mujeres en una sola sociedad, o en toda la historia es necesarios que se tomen en cuenta, entre otros factores, tanto la evolución de formas de mercancía a mujeres, los sistemas de tenencia de la tierra, los ordenamientos políticos y la tecnología. E igualmente importante, para que los análisis económicos y políticos estén completos estos deberán incluir a las mujeres, el matrimonio y la sexualidad. (Rubin, 1986, pág. 140)

Concluye Rubin señalando que el sistema sexo/género no es inmutablemente opresivo y ha perdido buena parte de su función tradicional, pero todavía lleva la carga social del sexo y el género, de socializar a las personas jóvenes y de proveer las proposiciones últimas acerca de la naturaleza de los propios seres humanos y está sirviendo a fines económicos y políticos distintos a los que originariamente fue diseñado para cumplir (Rubin, 1986, pág. 135).

Por ello, para crear una sociedad andrógina y sin género (aunque no sin sexo) en que la anatomía sexual no tenga ninguna importancia para lo que una persona es, lo que hace y con quien hace el amor es necesario reorganizar el actual sistema sexo/género a través de la acción política, porque la ausencia de oposición no hará que simplemente se el actual se marchite (Rubin, 1986, pág. 135).

Después del estudio del trabajo de Rubin, resumiría el sistema sexo/género como una teoría y un concepto a la vez. En primer lugar, es una teoría de la vida social neutra aplicable a cualquier sociedad que busca explicar las disposiciones que permiten a una sociedad transformar la sexualidad biológica en productos de la actividad humana para satisfacer necesidades sexuales y reproductivas, y de esta forma poder comprender cómo se genera la opresión sexual y de género. Y a la vez permite visualizar las diferencias que existen entre cómo organizan y a aprovisionan las sociedades, desvelando que (aquí empleado como concepto) los sistemas sexo/género son emanaciones humanas ahistóricas.

Para finalizar quiero reforzar la idea de que en esta investigación Rubin sitúa la categoría y el análisis de género como fundamental a la hora de realizar estudios no androcéntricos. Y coincido con Águeda Gómez cuando señala que lo que realiza Rubin con este trabajo es desplazar definitivamente el sexo como un dato natural (esencialismo) del centro interpretativo de las relaciones sociales, para sustituirlo por el género (constructivismo) como relación social de dominación (Gómez Suárez, 2010, pág. 65).

Bibliografía

Gómez Suárez, Águeda. (2010). Los sistemas sexo/género en distintas sociedades: modelos analógicos y digitales. Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis)(130), 61-96.

Rubin, Gayle (1986). El tráfico de mujeres: notas sobre la "economía política" del sexo. (S. Mastrangelo (Trad.), Ed.) Nueva Antropología, VIII(30), 95-145.

Science.jrank.org. (2020). Queer Theory. Gayle Rubin. Recuperado el 7 de junio de 2020, de https://bit.ly/3dHWC7s

Stolcke, Verena. (2003). La mujer es puro cuento: la cultura del género. Quaderns de Il Institut Català d'Antropología(19), 69-95.



[1] Para más información sobre esta obra puede leerse en línea el artículo Listas de profesores bajo observación. El pensamiento crítico y el disentimiento universitario en la mira publicado en Revolución. La voz del Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos en  2017.

[2] Existe también otra traducción realizada en 1996 publicada en el libro El género, la construcción cultural de la diferencia sexual, compilado por Marta Lamas.

 

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